En un mundo cada vez más hiperconectado, el cloud computing se ha convertido en el aliado perfecto de cualquier empresa. Este nos da la posibilidad de desarrollar nuevas formas de negocio y servicios a través de Internet. Su base es el archivo de datos e informaciones en la nube, sin tener que preocuparnos por la capacidad de almacenamiento de nuestros sistemas. Empresas y proveedores, como Pippol, hacen posible que la adaptación a esta nueva forma de trabajo sea más sencilla y que se pueda sacar el mayor rendimiento a estas plataformas en la nube.
Convertir el Software en un verdadero servicio.
El software en la nube se caracteriza principalmente por su rapidez e inmediatez. Pero esto no debe alejarlo de las otras necesidades de la empresa. La nube, el software que utilicemos y sus aplicaciones deben ser adecuados y coherentes con el resto de programas y actividades de nuestro negocio. De esta manera, la comunicación entre ambos será verdaderamente eficaz.
Desarrollar una estrategia de uso
En muchas ocasiones, cuando se comienza a trabajar con una plataforma de cloud computing, se nos olvida integrar en ella el resto de programas y líneas de trabajo que ya estaban desarrolladas anteriormente. Lo ideal no es relegar las antiguas plataformas, sino integrar en el trabajo en la nube todo lo que ya se había desarrollado. De este modo, si tenemos diferentes datos e informaciones que utilizan programas diferentes, con una buena estrategia cloud, podremos consultarlos todos directamente sin tener que cambiar de programa.
Integrar todo el software
Es habitual que en una empresa se utilicen muchos tipos de software diferente. Esto puede llevar consigo problemas de compatibilidad o, incluso, hacer que muchos datos se puedan quedar por el camino. Por esta razón, diseñar una buena estrategia de integración puede ser fundamental. Así, sería posible gestionar las plataformas, recopilar información, realizar diagnósticos, hacer frente a los mensajes de error, etc.
Preparar las infraestructuras, trabajar en la nube
Normalmente, las empresas pasan a trabajar con cloud computing de una manera gradual, pues las infraestructuras de las que disponen no siempre están preparadas para ello. Así, es primordial planificar esta transición al trabajo en la nube y adaptar los sistemas y plataformas ya existentes para que puedan utilizarse en la nube.
Optar por una nube pública
A la hora de decidir el modelo de cloud que necesita una empresa debemos valorar qué es lo que le hace falta a la misma. Dependiendo de ello, se puede elegir entre una nube pública o privada con los beneficios que cada una de ellas tiene.
La nube pública es aquella en la que un proveedor ofrece a los clientes una infraestructura a la que puede acceder a través de Internet. Esta se caracteriza por contar con opciones muy variadas en la configuración, pero limitadas por no poder acceder al código del programa, pues esto ralentizaría el trabajo. Lo ideal sería decantarse por un modelo híbrido que tuviera mayor escalabilidad y opciones de configuración, pudiendo así extender el sistema de nuestra empresa.
Elegir una nube privada
La nube privada puede ser gestionada por la propia empresa o por un proveedor. Su principal beneficio es el mayor nivel de innovación con el que cuenta. A la hora de decantarse por este tipo de sistema cloud es esencial valorar los beneficios reales que va a traer a nuestra empresas y si es verdaderamente rentable.
Cuidar la seguridad
La seguridad es un factor clave cuando se trabaja con plataformas en la nube. Los centros de datos cuentan con normas de seguridad muy estrictas, pero las empresas también deben ser tajantes en este aspecto. Para ello, deben desarrollarse normas y políticas de seguridad muy claras, que establezcan dónde se deben almacenar los datos, cómo se transmite la información, etc.